Mis mañanas empezaban mucho antes de las 10:30 (hora del entrenamiento), el de muchas 15min antes…
Lo mío comenzaba levantándome a las 8 (la verdad no se para que, si terminaba llegando sobre la hora porque mas de una vez Juli LEVATO se durmió). Me levantaba desayunaba y mientas prendía la compu me acomodaba la ropa que me iba a poner. Terminaba de desayunar y me iba a la casa de shhhh… (mi novio) a tomar unos mates con el y después de ahí iba a lo de Juli, que seguramente iba a estar dormida o con la cara larga de recién levantada. Era obvio que tenia que cebarle mates y seguirla de acá para allá hasta que lo tomara, porque tenia que cambiarse, que tardaba un montón y después peinarse, eso era un bajón porque se peinaba miles de veces hasta que se quedara conforme, y por fin arrancábamos, a las 10:25 que lo mas seguro era que íbamos a llegar tarde. En el camino nos contábamos de todo y la infaltable frase por el lado de las dos “hoy no tengo muchas ganas de entrenar”.
Cuando llegábamos la mayoría estaba con una cara de cansancio bárbaro, que en realidad la cara se debía de tanto dormir, porque de hacer algo ni ahí.
Cuando los profes nos decían que teníamos que ir a correr afuera era lo peor que nos decían porque el calor era mucho y las ganas pocas, pero en fin terminábamos yendo a correr.
Después hacíamos ejercicios de velocidad que eso es lo que mas me gustaba hacer, y cuando terminábamos nos íbamos para el gimnasio y hacíamos un poco de pelota (ejercicios que más de una vez la técnica no nos salía bien) y en la próxima clase los profes volvían a explicarlos. Y cuando hacíamos partidos eso es lo que mas me gustaba, y mas allá de los errores individuales de cada una, los enojos y demás, nos divertíamos bastante.
La pretemporada estuvo buenísima nos conocimos un poco mas todas y empezamos a tratarnos con otras chicas que quizás no nos llevábamos tanto.
Por Camila, Campos
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